De Juan Valdez, Colombia y otras cosas…

Cuando venía a Colombia alguien me pidió que le llevara a México como recuerdo una taza de Starbucks. Como muchos de ustedes saben, Starbucks vende en cada país tazas alusivas al país en el que uno se encuentra. En Perú las tazas están decoradas con imágenes de Machu Pichu, en Japón con motivos japoneses, en EEUU dependiendo del estado en el que uno este se encuentra las tazas son decoradas con diferentes temas. Esa persona, y yo, asumiamos que en Colombia habría Starbucks y en consecuencia podría comprar la taza y no tenía motivos para pensar lo contrario, al final en cada país que he estado de Latinoamérica he encontrado ese landmark americano por excelencia, pero en Colombia no lo encontré. Cuando pregunté por primera vez si había Starbucks aquí y me dijeron que no, pensé que probablemente a quienes les preguntaba no sabían en donde estaba el Starbucks de Bogotá, pero después de casi un mes, me he convencido que no encontraré un Starbucks.

La historia del café en Colombia empieza en el siglo 18 cuando los Jesuitas trajeron por primera vez el café a Colombia. No fue inmediatamente que la adopción como cultivo se dió. En ese entonces los agricultores se aferraban a su cultivo tradicional por excelencia (cualquier semejanza con el maíz es mera coincidencia): el cacao. Convencerlos tomó tiempo.

La Federación Nacional de Cafeteros, no es un órgano gubernamental. Nació como una iniciativa de los productores que reconocieron que no podrían competir en un mercado globalizado si no se asociaban bajo una misma marca y esquemas de calidad similares, con un objetivo claro y simple: producir el mejor café del mundo. Es un órgano democrático que está conformado por 356 comités municipales y 15 comités departamentales. Las posiciones en cada comité municipal son asignadas a través de un proceso de votación que ocurre cada 4 años. Cada comité municipal determina sus necesidades específicas y desarrolla un programa para satisfacerlas, que es llevado a cabo por el comité departamental. Existe también el Congreso Nacional de Cafeteros, cada comité departamental elije a 6 miembros para el Congreso Nacional y en éste se eligen al Presidente y el Comité Directivo de la FNC.

El alcance de la FNC ha llegado a suplir necesidades que el estado tradicionalmente debería de suplir como la construcción de acueductos y la electrificación de hogares: 256,067 adquirieron electricidad; se construyeron 17,547 km de carreteras y 147,954 km fueron reparados; se contruyeron 444 hospitales y clínicas, 3,383 puentes para peatones y 1,911 para carros. Ha construido 18,845 salones de clases, 5,522 edificios para el hospedaje de maestros y 17,978 baños. Mantienen además un centro Nacional de Investigaciones de Café (Cenicafé) que genera tecnología para incrementar el bienestar de los caficultores.

Juan Valdez es una marca creada por la Federación Nacional de Cafeteros (una organización privada, fundada en 1927 con el sólo objetivo de defender los intereses de los caficultores colombianos ) que agrupa a más de 500,000 cafeteros,[la marca Juan Valdez] fue creada en 1972 con el objetivo de unir a los productores de café en el país. Juan Valdez es una marca creada por la Federación para distinguir al café Colombiano y para eso han desarrollado exitosas campañas publicitarias: al final de la década de los 50´s el 4% de los consumidores americanos creían que el café Colombiano era el mejor del mundo, para finales de la década de los 80´s ese porcentaje había incrementado a 66%. La idea de crear la marca Juan Valdez surge de la necesidad de aumentar la calidad de vida de los caficultores mediante un incremento en el precio de venta del producto, por eso la necesidad de distinguir al café Colombiano como uno premium que invite al consumidor a gastar más.

Colombia además goza de una envidiable ubicación. Una tierra rica en suelo volcánico y su proximidad con el ecuador le permite cultivar café a más de 1,500 msnm lo que contribuye a una mayor acidez del café que le da al café Colombiano su sabor único y rico que la marca Juan Valdez enfatiza.

El café además de ser una fuente de remesas se convirtió en un indudable elemento de identidad y orgullo nacional, es algo que identifica a los colombianos y motivo recurrentes de campañas publicitarias. El logo del mundial sub-20 que se hará en Bogotá es una taza de café. El café ha sido un medio alternativo en la formación de una cohesión nacional en un país que carece de los mitos y leyendas precolombinos que pudieran ser la base de una identidad propia. En Bogotá no sólo es imposible encontrar un Starbucks, los cafés Juan Valdez son una plaga que se encuentran casi en cada esquina y son más que una tienda de café: venden tazas, delantales, prensas de café, etc.

Soy muy insistente cuando les pregunto a los colombianos ¿Por qué no hay Starbucks en Colombia? Y me llevo una sorpresa siempre que me dicen: no sé. Lo que si me han asegurado algunos economistas de Fedesarrollo es que están muy seguros que no hay algún tipo de bloqueo comercial. Eso me deja al aire más dudas y siempre la misma pregunta ¿Por qué los Colombianos prefieren tan fervientemente los productos que se producen aqui? El ejemplo de Juan Valdez es uno, pero el del Corral (una cadena de hamburguesas) que reina en Bogotá sobre McDonalds es otro junto con el de Crepes, OMA, Totto, Antonio Carrera y otros.

Una de las grandes lecciones de todo esto, es que no podemos seguir siendo un país compuesto de individuos que esperan que el gobierno venga y provea. Y si el gobierno no provee entonces culparlo por nuestra incapacidad individual para desarrollar nuevas ideas y procesos que disminuyan nuestra vulnerabilidad ante factores de competencia externa. Las iniciativas deben de surgir, como bien lo dijo Valeria en alguna otra ocasión desde abajo y con objetivos claros. La FNC es una organización que ha llegado a suplir la ausencia del estado en diversas actividades sociales y cívicas. Los ejemplos de que iniciativas ciudadanas pueden lograr resultados altamente positivos son muchos, la pregunta es ¿Seguiremos culpando al [papá] gobierno de lo que no podemos hacer? ¿De lo mal que están las cosas? ¿Qué necesitamos para reconocer nuestro papel en toda esta historia? ¿Hasta cuándo nos conformaremos con ir a votar cada 6 años?

También habría que preguntarse como individuos ¿Qué tanto apoyamos a los otros mexicanos? ¿Cuántas veces preferimos tomar café en el Jarocho o Punta del Cielo en lugar de Starbucks? ¿Preferimos comprar celulares hechos en México o en el extranjero? ¿Es porque lo extranjero se ve menos pirata? ¿Nos fijamos si las manzanas que compramos son hechas en México o Washington? La pelota también esta del lado de la cancha de los ciudadanos, que pueden decidir libremente dejar el dinero del producto que compran en México, o en algún gran corporativo de Seattle o Wall Street. No es suficiente enorgullecerse con el brillante pasado que tuvimos, de la comida, de la selección sub-17, de quejarse por la guerra contra el narco, de declararse en contra de todo. Detrás de nuestra indiferencia hacia cosas tangibles y reales que podemos hacer hay gente de carne y hueso, con sentimientos y anhelos igualmente válidos que los nuestros.

Tenemos que comprender que el bienestar de esos otros que no conocemos, pero que radican en el mismo territorio al final se traducirá en un bienestar propio. Los Colombianos, al parecer lo tienen muy claro. Y nosotros ¿cuándo? twitter.com/miguelguevaraII

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