Hace poco más de una semana en Veracruz cundió el pánico. Circuló por twitter la idea que algunas escuelas públicas serían atacadas por los carteles de la droga. El temor se apoderó de los padres de familia que acudieron en hordas desesperadas a recuperar a sus hijos de las escuelas para ponerlos “a salvo”
Este hecho nos obliga a preguntarnos muchas cosas, desde las cuestiones de superficie como bien lo plantea Federico, pero nos obliga a hacernos preguntas de fondo que trascienden el momento y alcanzan diversos hechos históricos.
En primer lugar, el hecho que se haya sancionado tan tajantemente a los “tuiteros” representa un ataque directo contra la libertad de expresión.
La libertad de expresión debe permitir virtualmente ningún tipo de regulación del mensaje. Es uno de los bienes más sagrados de los que gozamos los ciudadanos en este país y que no podemos permitir, sea dilapidado.
Es deber del Estado informar a sus ciudadanos sobre lo que está ocurriendo en el territorio comprendido dentro del Estado y de ser el caso garantizar que la información transmitida sea veraz.
El gobierno de Veracruz hasta donde entiendo no emprendió una campaña en tiempo real para mitigar los efectos de los tuiteros, para desmentir la información. Y cabe preguntarse, si lo hubiera hecho, sus ciudadanos ¿le hubieran creido?
Es peligroso que permitamos que un medio por excelencia abierto como Twitter sea visto como una herramienta Terrorista. Históricamente, los medios que hoy ostentan el pensamiento de naciones enteras empezaron como iniciativas de actores independientes que buscaban una renovación de ideas, un debate más extenso, crítico e informado a través de medios abiertos.
En todos los casos: Televisión, cine, radio y teléfono, estos medios acabaron siendo presas de intereses mayores que ejercieron una censura de facto sobre lo que se decía o no se decía, los medios se cerraron y controlaron la forma de pensar de poblaciones enteras, despojando a los ciudadanos de la curiosidad crítica.
Cuando las ideas innovadoras sucumben a la parálisis, derechos tan fundamentales como la Libertad de Expresión acaban siendo oraciones en el discurso de la democracia. Lo que tenemos en frente hoy en día nos obliga a revalorar el poder de la Libertade de Expresión y emprender acciones de conciencia para con los demás.
Twitter es lo más parecido a lo que el Juez Oliver Wendell Homes describía como el “mercado de las ideas” ese lugar virtual que incita al debate, al intercambio, a la crítica y al nacimiento de iniciativas ciudadanas. Aceptar lo que pasa hoy en Veracruz es aceptar que Twitter es un medio Terrorista y que la Libertad de Expresión puede ser sacrificada como consecuencia de una estrategia fallida del Estado. No lo creo.
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